ADOLESCENCIA
Quinta
etapa
Este rostro en el espejo me mira
fijamente y pregunta: ¿Quién eres? ¿En qué te convertirás? Y se burla. Ni
siquiera lo sabes. Escarmentada, me avergüenzo y lo acepto y luego sólo porque
aún soy joven le saco la lengua
—Eve Merriam, “Conversation with Myself”, 1964.
IDENTIDAD VS CONFUSIÓN DE IDENTIDAD
Quinta etapa del desarrollo psicosocial
de Erikson, en la cual el adolescente trata de desarrollar un sentido coherente
de su yo que incluya el papel que debe desempeñar en la sociedad. También se
conoce como identidad frente a confusión de roles.
La principal tarea de la adolescencia, decía Erikson (1968),
es confrontar la crisis de identidad frente a confusión de identidad, o
identidad frente a confusión de roles, de modo que pueda convertirse en un
adulto único con un coherente sentido de yo y un rol valorado en la sociedad. Cuando
los jóvenes tienen dificultades para decidirse por una identidad ocupacional —o cuando sus oportunidades se ven artificialmente limitadas— están en riesgo de presentar conductas
con graves consecuencias negativas, como la actividad delictiva. Según Erikson, la moratoria psicosocial,
la pausa que proporciona la adolescencia, permite a los jóvenes buscar causas
con las que puedan comprometerse. Los adolescentes que resuelven
satisfactoriamente la crisis de identidad desarrollan la virtud de la fidelidad, es decir, lealtad, fe, o un
sentido de pertenencia a un ser querido o a los amigos o compañeros. La fidelidad también puede ser una identificación con un conjunto de valores, una
ideología, una
religión, un
movimiento político, una
empresa creativa o un grupo étnico (Erikson, 1982). La fidelidad es una extensión de la confianza.
En la infancia, es importante confiar en los demás para superar la desconfianza;
en la adolescencia adquiere valor ser digno de confianza. Los adolescentes
extienden su confianza a los mentores y seres queridos. Al compartir
pensamientos y sentimientos, el adolescente vislumbra una identidad tentativa
cuando la ve reflejada en los ojos del ser querido. Sin embargo, esas
intimidades adolescentes difieren de la intimidad madura, la cual implica
responsabilidad, sacrificio y compromiso. Erikson consideró que el principal
peligro de esta etapa era la confusión de identidad o de roles, que puede
demorar en gran medida la obtención de la adultez psicológica. (Él mismo no
resolvió su crisis de identidad hasta los 25 o 26 años). Cierto grado de confusión
de la identidad es normal. De acuerdo con Erikson, eso explica la naturaleza en
apariencia caótica de buena parte de la conducta del adolescente y su dolorosa
timidez.
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